Cuando era pequeña, mi familia se desplazó a Valencia para vivir. Los primeros años no los olvidaré; vivíamos en el centro de la ciudad, en un piso súper moderno, lleno de muebles de diseño que descubrí cuando fui más mayor. Los fines de semana, no faltaba la visita al pueblo, salvo en raras ocasiones en que mis padres no podían ir, y entonces los pasábamos en Valencia. Mi madre ya nos llevaba entonces a mis hermanos y a mí, los domingos por la mañana, al rastro, que en esa época montaban en la Plaza de la Reina. Recuerdo que me llamaban mucho la atención los objetos antiguos, saber para qué servían y cómo habían sido usados. Siempre me ha gustado la artesanía, lo antiguo y, sobre todo, lo original; en definitiva, soñar, decorar y crear.
Así que se puede decir que me crié entre la ciudad y el pueblo. Hoy en día vivo en el pueblo, pero trabajo parte de la semana en la ciudad, y creo que por necesidad eso no cambiará: necesito la tranquilidad del pueblo, pero también el bullicio de la ciudad. Necesito ver cosas nuevas en las que soñar y aprender, al mismo tiempo que necesito la naturaleza, porque “sin la naturaleza, no hay vida”. La naturaleza nos provee de todo lo necesario para existir y prosperar.
Recuerdo mucho la hora de la comida en el piso de Valencia, cuando nos sentábamos toda la familia: mi yaya materna, mis padres, mis tres hermanos y yo alrededor de una mesa de mármol alargada y de diseño, como todos los muebles que había en el piso. Las sillas de metacrilato de la firma italiana G.C. Piretti, que conservo como un tesoro, seguramente también terminaré vendiéndolas. La vida pasa como un suspiro y, entre mi pareja y yo, ya no sabemos dónde colocar todos los muebles que tenemos. Aunque las sillas son preciosas y originales, ya casi no les damos uso.
En la entrada de casa había un precioso paragüero, que también vendimos hace unos años en nuestra web. Era de la firma G.C. Piretti, modelo Pluvium, de color blanco. La mayoría de los muebles del piso eran de diseñadores de renombre que entonces no conocía, pero que, por circunstancias de la vida, luego he ido descubriendo al dedicarme a los muebles antiguos y a su restauración. En la feria de Almoneda me he topado muchas veces con muebles que, para mí, ya eran bonitos cuando era pequeña y los veía en el piso de Valencia, aunque en ese momento no sabía nada de ellos. Ahora, ¡me arrepiento de no haber conservado más!
Por ejemplo, hoy puedo contaros que Giancarlo Piretti es un diseñador italiano icónico, conocido especialmente por su innovación en el diseño de mobiliario plegable y modular en la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Bolonia en 1940, Piretti estudió en el Instituto de Bellas Artes de su ciudad natal antes de comenzar a trabajar como diseñador industrial. Su trabajo se caracteriza por la funcionalidad, la simplicidad y el uso de materiales como el plástico y el metal, que en esa época simbolizaban la modernidad y el acceso a productos elegantes y asequibles. Una de las piezas más destacadas de Piretti fue la silla Plia (1967), precisamente las que teníamos en casa y que guardo como un tesoro. La Plia es una de sus obras más famosas y revolucionarias. Se trata de una silla plegable y ligera, de líneas limpias, con un marco metálico y asiento y respaldo de acrílico transparente o en colores. El mecanismo de plegado es sencillo pero robusto, y el diseño permite que las sillas ocupen muy poco espacio al ser almacenadas. La Plia se convirtió en un clásico instantáneo gracias a su funcionalidad, diseño minimalista y facilidad de almacenamiento. Hoy en día, la silla es un ícono del diseño de los años 60 y 70 y se encuentra en colecciones de museos como el MoMA de Nueva York.
Un dato curioso: este modelo de silla Plia ha vuelto a salir al mercado en versiones imitadas, como suele ocurrir con los grandes diseños, y se puede encontrar en tiendas como AliExpress, Sklum y Amazon. Los muebles antiguos de diseño se imitan porque abarcan tanto la estética como la funcionalidad, además del valor cultural. Los muebles antiguos de diseño, como los de mediados del siglo XX o el art déco, son apreciados por su estética única y elegante, que ha resistido el paso del tiempo. Estos diseños encajan muy bien tanto en interiores contemporáneos como en los más clásicos, lo que hace que muchos deseen incorporar su estilo en sus hogares. Además, ofrecen una sensación de calidad y detalles artesanales que agregan calidez y personalidad a cualquier espacio.
Imitar muebles antiguos de diseño es una forma de hacer accesible el estilo, la elegancia y la funcionalidad de estas piezas icónicas. También permite mantener vivas las influencias artísticas y culturales del pasado, y conectar con estos legados en nuestros propios espacios.
Hoy os quería hablar de otro de mis muebles preferidos, que hace poco hemos puesto a la venta en nuestra web. Es este aparador que os muestro en la siguiente galería de imágenes:
Aparador vintage de palisandro de Gianfranco Frattini para Bernini, Italia, años 60
Al lado de la mesa de mármol donde nos sentábamos toda la familia a comer se encontraba el aparador de madera de palisandro de Gianfranco Frattini: un aparador enorme, espacioso y bonito, donde mi madre guardaba en los cajones los cubiertos y manteles y, en los demás estantes, platos y otros utensilios. Este aparador, después de muchos años y con lágrimas en los ojos, lo tengo yo, aunque lamentablemente, por falta de espacio, lo he puesto a la venta en la web. Prefiero que alguien lo disfrute como lo hicimos nosotros y no que se estropee, porque es un aparador icónico que siempre será único. Tener un aparador de Gianfranco Frattini es más que poseer un mueble; es tener una obra de diseño y una inversión en calidad y estilo atemporal. Comprar una de estas piezas es hacerse con un fragmento de la historia del diseño italiano, con una estética moderna que sigue siendo tan relevante y atractiva hoy como lo fue hace décadas.
Algunas razones para adquirir un Gianfranco Frattini: la madera de palisandro, que aporta durabilidad y belleza natural; la calidad de los acabados y la durabilidad de sus piezas; el diseño modernista, con un toque clásico, que le da un carácter atemporal y una estética sofisticada que encaja en cualquier ambiente. Gracias a su diseño ergonómico y su organización interna, es una pieza práctica que, además, se puede utilizar en varios espacios de la casa, desde el comedor hasta la sala de estar o una oficina.
La exclusividad de sus piezas, muchas de las cuales se produjeron en ediciones limitadas o ya no están en producción, hace que poseer un aparador de Frattini sea sinónimo de estilo único y buen gusto.
Por esto y mucho más, quien desee un aparador de madera de palisandro de la firma de Gianfranco Frattini ya sabe que puede contactarnos o entrar directamente en la web.
“Lo que una vez disfrutamos nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte
en parte de nosotros.”
Conchi.